domingo, 16 de julio de 2017

A mi madre.

La dueña de mi inspiración.
Destello rizado de color dorado que asoma por la puerta principal a las dos y cuarenta y cinco del mediodía. Melodía del sonido del motor de tu coche con estribillo hecho con el giro de la llave al entrar en casa. Sé que eres tú.
Tengo tantas ganas de verte que a veces no dejo que acabes el estribillo cuando prefiero terminar la canción abriéndote la puerta. Siempre que lo hago sonríes, y ya solo por eso merece la pena estar pendiente de esa música.
Eres la protagonista de la historia de nuestra vida.
Y también productora, directora y en ciertos momentos guionista.
Y, ¿Sabes qué? Tengo la sensación de que vas camino del Goya. Parece fácil verte actuar, y PARA NADA lo es.

Hemos protagonizado juntos momentos de dolor, de pena y de confusión. Nos hemos sentido perdidas sin saber encontrar la salida en este set de grabación. Y en muchos momentos nos cuesta la vida ponernos delante de la cámara, e incluso dirigirnos hacía ella.
En la vida se conoce mejor a las personas en los momentos malos que en los buenos. Y nosotros tenemos la suerte de haber nacido de una persona tan maravillosa como tú.
Y maravillosa no es ser graciosa siempre, ni cariñosa, ni comprensiva, ni fuerte, ni responsable, ni inteligente, ni agradable, ni empática, ni sensible, ni entrañable, ni risueña, ni espontánea, ni transparente, ni noble, ni eficaz, ni ágil, ni soñadora…

Maravillosa es cometer errores y ser capaz de afrontarlos.
Maravillosa es luchar cada día por ser feliz y tomar decisiones difíciles.
Maravillosa es ser uno mismo sin importar lo que piensen los demás.
Maravillosa es saber contar hasta 10 antes de hablar.
Maravillosa es hacer lo que sea por hacernos feliz.
Maravillosa es tener el poder de afrontar la realidad.
Maravillosa es saber levantarse cada vez que tropiezas con la misma piedra.
Maravillosa es vestirse cada mañana o cada tarde para dar de comer a sus hijos.
Maravillosa es empezar de cero cuando ya vas por la mitad del camino.
Maravillosa es saber dejar aparcado el miedo en una esquina para acelerar sin mirar atrás.
Maravillosa es ser cariñosa sin esperar que te lo den a cambio.
Maravillosa es saber pedir perdón.
Maravillosa eres tu entera mamá.

Y maravilloso es que dediques tu vida a enseñarnos a ser tan maravillosos como tú.
El barco sin ti se hunde y te necesitamos al timón. Espero que sigas dirigiéndonos y enseñándonos como lo haces cada día. Te estaré agradecida siempre.

Porque todo lo que somos es maravillosamente gracias a ti

¡TE AMAMOS! 

lunes, 10 de julio de 2017

Piénsalo.

Fue valiente al entrar en aquella senda oscura, todo indicaba que, como en los cuentos de Disney, la bruja le esperaría al final. Y esta vez no le daría tiempo a que dejara la moraleja en alguna esquina de la página.
No sabía lo que se encontraría, y sin embargo entró.
Entró con ganas y paso firme, haciendo oídos sordos a tanto aullido de lobo y ramas que se rompían a cada paso que daba.

Al principio puede que alguien caminara a su lado. Con grandes pies y más corpulencia. Voz grave que susurraba en su oído a la hora de cambiar de rumbo o simplemente dirigirlo. Se dejaba llevar como la estrecha relación de la hoja y el viento. Iba sin miedo y sin frenos en curvas de visibilidad reducida. Ese alguien conseguía hacer que no se estrellara, aunque fuera a más de 120.
Fue un camino largo y con ciertos momentos de alegría y muchos otros de ataduras con cuerdas duras y ásperas que hacían rozaduras en las manos al apretar los nudos. Estaba atada.

Se perdía la cuenta de los días, y de los momentos, ya que sentía que pasaba muy pocos acompañada de alguien. Tardo en darse cuenta de que siempre había andado con un fantasma.



Pueden lograr que no te estampes con la realidad miles de veces, al igual que pueden dejarte rozaduras e incluso hacerte creer que los sonidos son aullidos de lobos. 
A veces las personas son lo que aparentan ser, y otras muchas veces vemos a las personas como queremos que sean. 

La diferencia es que cuando alguien camine a tu lado, siempre irá agarrado de tu mano. 

sábado, 8 de julio de 2017

De esto se trata.

Simplemente necesitaba un espacio para escribir cada vez que creo que algo va mal o muy bien. Casi siempre navego entre esos dos polos opuestos y tal vez en ciertas ocasiones se me hunda el bote de madera vieja que pillé con prisas en aquel puerto de alguna esquina del mundo.
Se nota cada vez más la presencia del agua fría, no hay nada que te salve de la profundidad del mar...

El bote está casi hundido, ya es difícil avanzar con el.
No queda otra opción, hay que nadar.

Yo y el mar. La mar y yo.

Acompañada de la leyenda urbana del salvavidas y un par de abrigos viejos que te dan un instante de calor y dos minutos lentos a nado.
Con el único deseo de pisar tierra firme y con treinta y un pensamientos de "lo conseguiré" y sesenta y nueve suspiros de "me moriré".

Con opción a quedarme boca arriba esperando a que me lleve la corriente, aún sabiendo que ni si quiera siento ni una ligera brisa. El mundo parece más azul que de costumbre.

Me pesa la impaciencia, el cansancio, los sesenta y nueve suspiros, los dos abrigos que me dan calor, los minutos lentos, y el bote entero, aunque no lo lleve encima.

Pero no era una opción rendirme y bucear hasta el fondo del mar. Hay que seguir nadando, hasta que tus pies toquen la arena, y las conchas se te claven entre los dedos. La orilla está cerca.

Yo y mis treinta y un pensamientos podemos hacerlo.